El surgimiento del istmo centroamericano, constituye el eslabón de fondo de la historia humana y por ello hay algunas regiones donde su influencia ha sido más decisiva que en Centro América, esto por los cambios que se van desarrollando a través de los procesos de plegamientos por la deformación de la corteza terrestre y precedido y seguido por los movimientos de la tierra. Consecuencia de estos movimientos, es la separación del océano Pacífico del Atlántico, creando grandes corrientes marinas que transformaron el clima de la tierra, haciendo habitable el norte de Europa y produciendo las condiciones para que en África aparecieran los primeros seres humanos. Todo esto ocurrió durante un proceso muy lento, medido en millones de años, hasta que América se convierte en un solo continente.

Localizado en la convergencia de varias placas tectónicas, Centroamérica tiene una particular geología compleja, que comprende dos partes distintivas y desiguales, separadas por una falla de baja altitud o valles tectónicos de unos quinientos kilómetros de longitud localizados en una orientación de noroeste a sureste, que va desde el golfo de Fonseca en la costa pacífica central hasta la costa del Caribe de Costa Rica. Con dos grandes lagos el Managua y El Nicaragua desaguando a través del río San Juan al mar Caribe, este tramo constituye la mayor ruta a través del centro de este istmo. En otro extremo, al norte yace la porción más grande y geológicamente más antigua de las dos secciones de Centro América, incluyendo el noroeste de Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala, Belice y el sur de México.

 Su base de roca metamórfica data de por lo menos de la paleozoica hace más de 220 millones de años.

En cuanto a Honduras específicamente, en el largo proceso de formación geológica, su base de roca metamórfica data de por lo menos de la paleozoica hace más de 220 millones de años, una vez que se desprendiera y separara por miles de kilómetros del continente originario llamado “Pangea”. Es así como más tarde, producto de las intensas presiones submarinas de las placas tectónicas, comenzaron a emerger en el horizonte los macizos montañosos como la sierra de Celaque, una de las más altas de Honduras.

Esta configuración geológica bastante joven hace que Honduras posea unas rocas excesivamente porosas y unos valles de aluvión que pueden ser erosionados con enorme facilidad por cualquier tempestad tropical. Al suelo hondureño le falta la consistencia granítica de las sierras rocosas compactas que fueron sometidas a las enormes presiones de hielo de las épocas glaciales, y a la intensa actividad volcánica de los viejos continentes del planeta. Tal vulnerabilidad se observa incluso en ciudades rocosas como Tegucigalpa, atravesada por ríos correntosos igualmente jóvenes, y por tanto muy impredecibles.

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