En 1999, Honduras fue golpeada severamente por el huracán Mitch, que dejó un trágico saldo de veinte mil muertos y arrasó con toda la infra estructura de puentes y carreteras existente. Si bien no ha ocurrido otro desastre parecido, la ciudadanía debe adquirir conciencia de su vulnerabilidad. Año con año, las lluvias invernales provocan inundaciones y deslaves, a pesar de las advertencias, demasiadas personas viven en laderas sin sustentación o en los bordos de los ríos. A esto debe sumarse el recurrente flagelo anual de los incendios forestales. Con los problemas suscitados por el cambio climático se comienza a entender la peligrosidad de la naturaleza, fuente de vida si es bien atendida.

Podría relacionarse con el problema de la educación ambiental el de la educación vial. El número de accidentes, muchos de ellos de alta fatalidad, aumenta considerablemente, en la ciudad y en las carreteras. Alta velocidad, abuso del alcohol, impericia provocan la mayor parte de estas tragedias imputables a errores humanos y a irresponsabilidad. Y se da el caso de que en la tarea de prevención, los medios de comunicación no colaboran ya que, por atraer el morbo, abundan en noticias y fotograbados sobre crímenes y accidentes, exponiéndolos de manera impúdica.

Se están viviendo tiempos distintos y sin la colaboración de la ciudadanía poco podrá hacerse para contrarrestar las amenazas de la naturaleza, la indiferencia e insensatez de la población. Nuestro hogar es el planeta y nuestra responsabilidad la de cuidar al máximo la parcela patria que nos corresponde.