Después de la muerte de Gomes, otro pintor que destaca es Manuel de Jesús Villafranca. Una de sus obras más importantes es el “Retrato del presbítero Ramón Doblado” que se encuentra actualmente en la Iglesia Parroquial de la Villa de San Antonio; esta obra se sale del esquema totalmente religioso y es una muestra de la búsqueda del retrato psicológico y no esencialmente descriptivo, que se realiza en la provincia, el mismo está fechado en 1913.
A partir de las dos primeras décadas del siglo XIX, destaca Toribio Torres, quien además de pintar algunas obras de temas bíblicos, hace los retratos de varios obispos de Comayagua. Es autor de un cuadro de gran factura titulado “Las tres divinas personas”, actualmente en manos de particulares.
Toribio Jerez, pintor nicaragüense que ejerció una notable influencia en la pintura hondureña de la segunda mitad siglo XIX, se especializó en el retrato llegando a convertirse en un profesional del mismo, virtud que lo convirtió en uno de los más grandes retratistas del país. Entre sus obras más importantes están “Los obispos de Nicaragua”, conservados en la Sala Capitular de la Catedral de León. Esta colección mereció el elogio del norteamericano Squier hacia 1850 quien constató la variedad de los modelos de sus fisonomías y complexiones. Otros retratos importantes atribuidos a Jerez son los de “Tomasa Sinforosa Noguera de Fernández”, “J. de Castellón” y “Gertudiz Corral”, estos últimos de 1859 y pertenecientes a influyentes familias nicaragüenses.
En la época postindependentista, cruzada por una agitada situación política, se dieron una serie de pintores que iban de pueblo en pueblo, la mayoría contratados por personajes locales que se hacían pintar con su familia y a quienes los artistas cobraban por “cabeza pintada”; entre estos figuran un tal Larios, especialista en pintar niños; está también Francisco Cándido de Betancurt, quien según un artículo de Rafael Heleodoro Valle, fue contratado por la Municipalidad de Yoro para limpiar, retocar y arreglar los lienzos de “La Vida de Santiago” existentes en la Iglesia Parroquial.
Otro destacado pintor de la época es José Sotero Lazo, magnífico dibujante hondureño del cual dan referencia varias personalidades de la época, entre ellos Juan B. Valladares, William Wells y el mismo Padre José Trinidad Reyes.
En 1890, sucede uno de los acontecimientos más importantes para el arte nacional, se funda la Academia Privada de Bellas Artes en Tegucigalpa por esfuerzos del maestro español Tomás Mur. Este será el primer antecedente de la fundación de la Escuela Nacional de Bellas Artes, fundada en 1940 por el artista Arturo López Rodezno, otro antecedente será la fundación, por Carlos Zúniga Figueroa, de la Academia de Dibujo y Pintura en 1924.
