Paisaje designa una parte del territorio como es percibido por la población, cuyas características son el resultado de factores naturales o humanos y de sus interacciones (Conseil de l’Europe 2000: Cap.I, Art. 1, a). Por tanto, se propone aquí una conceptualización amplia del paisaje que integre aspectos económicos, culturales, sociales y simbólicos (ver Grau Mira 2002). Esto incluye la reconstrucción de las condiciones naturales y la descripción de los patrones de asentamiento, permitiendo una visión panorámica de los modelos a partir de los cuales se construyen los distintos paisajes, en este caso en el territorio hondureño. Cada formación social privilegia ciertos entornos y marca en el contexto natural su huella particular ‒proceso antrópico‒de acuerdo a la forma como se organice y se usufructúe.
Las conexiones naturales entre los asentamientos son un elemento importante para comprender la organización del espacio, al igual que las jerarquías entre asentamientos y el control político (ver Grau Mira 2002). El modelo de análisis debe ser diacrónico y sincrónico desde una perspectiva interdisciplinaria. Una de las vertientes del paisaje como construcción human consiste en identificar la secuencia histórica de esa estructuración social del espacio a partir de la red de comunicaciones y de la organización territorial del acceso a los recursos (Tello 1999:8),
Por último, en el pasado, la construcción del paisaje no se caracterizó ‒con las excepciones del caso‒por la edificación, lo cual se aplica también al mundo rural tradicional. Por el contrario, los paisajes contemporáneos, en especial de los países industrializados, son paisajes construidos. Si bien es cierto que las actividades agrícolas y ganaderas fueron introduciendo roturaciones, nivelaciones, cultivos, deforestación y forestación, creación de pastos, etc. estos cambios no se comparan con los provocados por la actividad agropecuaria industrial.
En este punto es meritorio, la introducción del concepto de “Antropoceno”, todavía en discusión (para algunos inició con la revolución industrial, finales del Siglo XVIII), pero que da cuenta de los masivos cambios provocados por la influencia humana, sucedidos en apenas los últimos siglos y que afectan el balance de la vida en el planeta: el adelgazamiento de la capa de ozono, el descongelamiento de los polos, la desaparición de un sinnúmero de especies animales y muchas más en peligro de extinción, el agotamiento de los combustibles fósiles, la reducción de los bosques tropicales y de las fuentes de agua. A esto se suma la inminente desaparición de cientos de lenguas en el próximo siglo, la cada vez mayor reducción del territorio ancestral de los pueblos originarios dentro de los estados nacionales.