Como resultado de la colisión geológica del Mioceno tardío hace 12 millones de años, el relieve hondureño es el más montañoso de Centroamérica cuyas tres cuartas partes son tierras de fuertes pendientes poco útiles para la agricultura. Esta configuración accidentada de su relieve ha contribuido a separar su población en núcleos mal relacionados entre sí, que se ignoran mutuamente. La evolución geológica de Honduras definió la constitución de cuatro grandes áreas: la húmeda costa caribeña, el arrugado relieve montañoso central, las sabanas de clima seco situadas hacia el sur y un extenso corredor natural que se extiende desde la desembocadura del río Ulúa, en el Caribe, hasta la depresión del Golfo de Fonseca en el Pacífico. Este corredor, de solo unos 250 kilómetros, ha constituido un factor decisivo en la evolución histórica de Honduras.