Basándose en mapas coloniales y en sus propios recorridos por el país, el diplomático y empresario norteamericano Efraín G. Squier, en 1854, propuso al gobierno del General José Trinidad Cabañas la construcción del ferrocarril interoceánico siguiendo el trazado de la depresión central por sus cualidades de seguridad, rapidez y facilidad para comunicar con los puntos más importantes del Pacífico. Pero su empresa no pudo sustentar el financiamiento y el contrato firmado no se materializó.