Las ideas y el universo religioso constituyen, junto al idioma, otro elemento en la entraña de la definición de una identidad personal y social. Honduras, producto de la ocupación española se inscribe dentro del universo religioso católico. La explicación cristiana de la realidad, aún entre los no creyentes, es predominante. Con la Reforma Liberal se separó la Iglesia del Estado y este se proclamó laico. La no pertenencia a la Iglesia, el agnosticismo y a veces un cierto anticlericalismo permearon a la clase dirigente pero a nivel popular, la tradición religiosa se mantuvo firme. El calendario litúrgico iba parejo con el calendario cívico y siempre eran celebradas las fiestas de Navidad con sus posadas y peregrinos al estilo tradicional y la Semana Santa con sus procesiones y en la actualidad con la confección de alfombras de aserrín. En los pueblos, la festividad más esperada del año era la del santo patrón, como San Miguel en Tegucigalpa, o la santa patrona, como la Inmaculada Concepción en Juticalpa o Comayagua. No faltaba en estas festividades la quema de pólvora ni el estallido de petardos.
Poca incidencia tienen en el país otras confesiones como la judía, la musulmana o sabidurías orientales. Sin embargo, dentro del cristianismo, luego de 1950, la confesión católica prácticamente única ha empezado a coexistir con un acelerado crecimiento de las confesiones evangélicas