La región centroamericana no conoció un flujo migratorio como el de la Argentina, pero a ella, y concretamente a Honduras ingresaron personas que aportaron su concurso para la construcción del país:

Los alemanes: atraídos por el auge de la minería, ingresaron a finales del siglo XIX y se establecieron en la zona sur y Tegucigalpa fundando fuertes casas comerciales (Casa Siercke, Casa Uhler) dedicadas a la importación y exportación. Se incorporaron a la vida social y contrajeron lazos familiares en la localidad; sus bienes, sin embargo, fueron intervenidos durante la segunda guerra mundial.

Los palestinos: palestinos y libaneses llegan como súbditos el Imperio Turco, por lo cual se les conoció con el apelativo de “turcos”. Comenzaron como vendedores ambulantes en el Norte, en los campos bananeros, para poner luego tiendas usualmente de ropa cercanas a los mercados de las principales ciudades. Llenaron el vacío dejado por los alemanes y en la segunda mitad del siglo XX comenzaron a convertirse en industriales y a incursionar con mucho éxito en el sector bancario.

Los salvadoreños. Vallejo mencionó a los centroamericanos como el grupo más numeroso de no hondureños Se destacan los salvadoreños que después ingresan masivamente como campesinos, pero a quienes disposiciones de las leyes agrarias hondureñas obligan a repatriarse siendo este hecho una de las causas del conflicto entre Honduras y El Salvador en 1969.

Otros han contribuido con su trabajo y su cultura a la realidad social hondureña: chinos-cantoneses, norteamericanos, ingleses, italianos y españoles (sector de La Ceiba) jamaiquinos y beliceños (trabajadores de las fruteras) judíos, franceses, suizos.